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¡Soy madre, soy deportista,
soy esposa y soy mujer!

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Hoy quiero compartir el viaje por un sueño, donde he tenido varios caminos pero un

mismo destino. Donde aprendí a escuchar y a dejarme guiar bajo la bendición de

personas que Dios trajo a mi vida y que han representado el secreto para salir adelante

y tener éxito en cada papel que aprendí a interpretar.

Por Ingrit Lorena Valencia

Boxeadora olímpica

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Algo de mi historia…

 

Desde el vientre de mi madre siempre fui una mujer bendecida.  Creo que Dios ya sabia para que me tenia. Nací y me crié en una finca en el Cauca muy humilde, en compañía de mis abuelos, quienes siempre me brindaron lo que podían.  Cuando fallecieron me tocó irme para Cali, en lo que fue un cambio bastante brusco para mí, pues siempre fui campesina y no había visto tantas cosas, distancias, calles, edificios, casas y carros grandes. Ahí entré en una especie de shock.

Pero de la mano de Dios esta situación pronto la pude asimilar. Vivía con mi mamá y mis hermanos menores,  con obligaciones que antes no tenia.  Eso fue un poco difícil porque era una vida muy diferente y nueva para mi.   Al mismo tiempo entré al colegio y tristemente me encontré con un poco de burla de mis compañeros, por verme como campesina y desconocedora del entorno. La verdad es que fueron muy fuertes.

Todo esto me formó una especie de caparazón que me dio la fuerza para no sentirme derrotada. La verdad me convertí en una joven agresiva, un poco peleona, pero eso sin querer, esa dureza me llevó donde el profesor Jorge Aguirre, quien me orientó hacia el boxeo y me alejó de un entorno oscuro.  Él entendió que mi agresividad no buscaba hacerle daño a nadie, era más bien una  búsqueda de adrenalina y una forma defensa, que con su ayuda pude orientar en el deporte.

A los 15 años me enamoré, tuve a mi hijo y me retiré del boxeo, porque perdí la forma y tenia que trabajar para poder mantenerlo. Con el tiempo volví a entrenar en Cali y en unas eliminatorias conocí a Raúl Ortiz,  que se convirtió en la persona que orientó mi carrera deportiva y mi vida personal.  Hoy en día es mi pareja, un ser que Dios puso en mi vida, quien me dio la oportunidad de aprender del boxeo, conocerlo dentro y fuera del país,  y que demás aceptó a mi hijo como  una una nueva motivación para mi vida.

El boxeo me permitió salir de un mal entorno durante mi adolescencia, en un barrio donde había droga y delincuencia, pero con la guía y el favor de Dios pude escuchar a personas que me ayudaron para escoger este camino y seleccionar la mejor opción para salir adelante.

Luego empecé a tener buenos resultados y en el 2016 llegó la medalla olímpica, un logro que no  cambio mi personalidad. Tal vez no tengo el mismo tiempo de antes, porque hay mas cosas por hacer y muchos compromisos en mi disciplina, pero trato de sacar los momentos para compartir en todos los escenarios en los que me muevo en Bogotá, Ibagué y Cali.

El deporte ha sido una gran oportunidad para mi vida. Pude evidenciar que el deporte si paga, que si vale la pena.  Y no sólo por el dinero o las cosas materiales que puedas conseguir…   Con el deporte ganas en vigor, cuando te destacas, te lleva a conocer muchas cosas llenas de magia que se quedan en tu corazón. Es verdad que  se deben hacer muchos sacrificios pero sin duda la recompensa es máxima.

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Muchos caminos y un mismo fin…

 

Hoy me atrevo a contar con orgullo las alegrías que durante años de esfuerzo, entrega, mucha fe y total disciplina, marcaron el sendero para llegar a cumplir mis metas y dar testimonio a personas cercanas y otras que no lo son tanto, pero que han seguido los roles que hoy quiero definir con palabras cortas que espero puedan servir de ejemplo.

La Ingrit boxeadora, una mujer disciplinada, que entrena fuerte por gusto, que no se queja, que con sacrificio y convicción suma resultados positivos. Soy una boxeadora con cargas fuertes, tal vez demasiado duras,  pero que me apasionan y  me han dado las condiciones para afrontar las competencia, superar el dolor y  salir adelante con mi proyecto de vida.

La Ingrit Valencia como madre es un modelo para su hijo; una buena mamá, que se desvive por su educación, sus valores y su forma de ser. Para que sea un hombre que le aporte cosas buenas a Colombia.

 

La Ingrit esposa, que es entregada a su pareja, que comparte espacios y trata de poner todas las atenciones para que la relación funcione bien.

Tal vez con muchos momentos en los que el cansancio de las jornadas y los entrenamientos no permiten un mejor dialogo y espacios diferentes, pero que de la mano de Raúl Ortiz , mi pareja, han servido mutuamente para crecer, gracias a la comprensión y el conocimiento que él también tiene del deporte.

 

Ingrit, la mujer, que trata de ser normal,  que aleja el reconocimiento para llegar a las personas y compartir a través de un consejo. De contar su historia, nada fácil para educar a su hijo, pero que pudo salir adelante. De compartir muchos instantes de lucha en busca de sueños,  y de formar una familia como motor para cumplir las metas.

 

La Ingrit medallista olímpica, una persona humilde, que escucha a toda la gente que la saluda en calle, que la reconoce, que le pide fotos y que no se le niega a nadie.  Es una persona que se ganó a pulso los valores y los honores,  que le gusta compartir para que la reconozcan más por su forma de ser que por los mismos triunfos que le han dado algo de fama.

Toda una serie de papeles como los tiene cualquier colombiano, pero que vivo con orgullo, dimensiono para el país y que me hacen una mujer feliz, con un entorno lleno de personas generosas y con la bondad para aprender cada día más de ellos.

 

Claro, Dios esta ubicado en la primera parte de este camino que me ha llevado por la vida, él  aparece escrito como protagonista desde el primer párrafo de mi historia, porque desde el vientre de mi madre me  acompañó y nunca me dejó.

 

Es él quien me permite compartir la vida, el hogar, el rin, el trabajo diario, los sueños y los triunfos con la misma persona. Raúl ha sido gracias a su conocimiento y su personalidad,  un compañero ideal que sabe lo que pienso, que entiende cómo es afrontar este duro deporte, que interpreta los momentos de agotamiento y dolor, que dimensiona los instantes de rabia y de alegría, porque nos hemos convertido como en una sola persona.

Juntos hemos convertido ese sacrificio por el deporte en resultados positivos. Por ejemplo esa exigencia plena del deporte me ha ayuda mucho para ser mamá. Mi otra gran bendición.

Juntos hemos convertido ese sacrificio por el deporte en resultados positivos. Por ejemplo esa exigencia plena del deporte me ha ayuda mucho para ser mamá. Mi otra gran bendición. Subirme al rin, tener varios combates y entrenarme de la mejor forma, sin duda que me ayudan para que mi hijo tenga una mejor vida. Eso me impulsa para tener éxito y darle todo lo que se merece.

 

De otro lado ser mamá me ha ayudado mucho para ser deportista,  pues tengo una motivación permanente por mi hijo. Y aunque en algún momento me interrumpió la actividad física un poco con su nacimiento, ahora es el impulso principal para no retirarme y seguir adelante.

 

El deporte ha hecho muchas cosas en mí. Se convirtió en una forma de mejorar mi calidad de vida, me enseñó sobre valores, a conocer otras culturas, otras personas, otros países y con ese conocimiento que gané, ahora puedo compartir y darle testimonio  a los niños, a los jóvenes y a todas las personas. Para que sepan lo que fui y lo que soy.

 

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